Personajes típicos
Pueblo que se precie, tiene
sus personajes típicos; son aquellos que hacen de la calle un teatro para
exhibir sus deformaciones físicas y sicológicas, que en medio de su locura, a
veces dicen unas cuantas verdades y que, con sus excentricidades, nos hacen
sentir más lúcidos.
Quién, de la vieja generación, no recuerda a "Cacao"? el mismo personaje que, allá, en la vieja calle de Santa Librada, ocultando en un hueco del anden su pequeña y deforme anatomía, dejaba oír sus estruendosas carcajadas; porque sus limitaciones físicas no le impedían manifestar su alegría por la vida.
Aún resuena el eco de la lírica de "Martín Pomala" quien en su locura romántica y vestido a lo cachaco, pregonaba sus versos a Eulalia, su eterno amor, paseándose por la tercera, calle arriba y calle abajo, esgrimiendo su bastón como la espada de Damocles, para ahuyentar a los pilluelos que lo hacían objeto de burla, mientras el recitaba: "La princesa está triste; que tendrá la princesa" ?.
El "Bobo Manuel" montaba su show allá el la antigua plaza de Bolívar, rodeado por su habitual público de choferes, quienes, por unos cuantos centavos lo inducían a masturbarse en público, para deleite morboso de su improvisada audiencia.
"Juan Varado" exhibiendo su andrajosa vestimenta y con lamentos teatreros se dedicaba a pedir limosna; era un limosnero pertinaz que comenzaba solicitando para un almuerzo, argumentando que hacia tres días no probaba bocado y en su continuo regateo terminaba conformándose con que le regalaran un fósforo. Contaban los chismosos de entonces que, este hombre; con su original método de implorar la caridad, había amasado una considerable fortuna y decían haberlo visto en Girardot, elegantemente vestido, derrochando su plata en orgías y bacanales.
"Gregorito", el pequeño Gregorito, simpático y diminuto personaje, de facciones finas y atuendo paisa, a quien los comerciantes de la calle quince exhibían sentado sobre una caja de panela, con el fin de atraer clientela. Pero un día Gregorito; cansado de ser visto como un animal raro y convertido en el títere de los niños malcriados, decidió poner fin a su comedia arrojándose al paso del tren.
El doctor Forero Latorre "Doctor ladrillo" (nuestro Goyeneche criollo), candidato permanente en todas la campañas políticas, a quien los avivatos explotaban su locura, llevándolo al Club Miramar; allí, subido sobre una mesa lo instaban a "discursear" mientras ellos se lo "gotereaban" pidiéndole autógrafos, que luego convertían en vales para gozar de opíparas comidas y abundante bebida, que el "candidato del pueblo" terminaba pagando, (ahora es al reves). El doctor Latorre; en medio de su locura, con sus deshilvanadas peroratas decía una cuantas verdades y daba en el clavo de los problemas álgidos de entonces. Uno de sus programas bandera era la instalación de "muchachofonos" (muchachos rasoneros) para arreglar el deficiente servicio telefónico de entonces.
"Cholagogue" fue otro personaje célebre, que con su voz ronca de lotero viejo, siempre tenia a flor de labios un refrán; cada uno de ellos era como una sentencia salomónica extraída de la sabiduría popular, como aquella de: si sabe quel agua moja por qué no se arremangó, o esta otra: lo malo es que para ver a Dios hay que morir.
"Badana" también fue personaje popular en su tiempo, decían que descendía de muy buena familia, pero nadie se tomo el trabajo de comprobarlo, lo cierto es que: él, con su inseparable carretilla y su ojo tuerto tapado a lo pirata, arrastraba el bagaje de penas y locura que le había prodigado su destino, mientras los muchachos hacían burla de él por estas calles de San Bonifacio de Ibagué.
Y que decir de la "Guacharaca", anciana coquetona y bullangura, quien con su equipaje a cuestas, se dedicaba a hacer piropos insinuantes y groseros a los señores, a la vez que perseguía a las mujeres, endilgándole toda clase improperios y mostrando su sexo como un valioso trofeo. La avalancha de Armero casi la saca del escenario y muere dándole cantaleta a los ancianos en Honda.
Quién, de la vieja generación, no recuerda a "Cacao"? el mismo personaje que, allá, en la vieja calle de Santa Librada, ocultando en un hueco del anden su pequeña y deforme anatomía, dejaba oír sus estruendosas carcajadas; porque sus limitaciones físicas no le impedían manifestar su alegría por la vida.
Aún resuena el eco de la lírica de "Martín Pomala" quien en su locura romántica y vestido a lo cachaco, pregonaba sus versos a Eulalia, su eterno amor, paseándose por la tercera, calle arriba y calle abajo, esgrimiendo su bastón como la espada de Damocles, para ahuyentar a los pilluelos que lo hacían objeto de burla, mientras el recitaba: "La princesa está triste; que tendrá la princesa" ?.
El "Bobo Manuel" montaba su show allá el la antigua plaza de Bolívar, rodeado por su habitual público de choferes, quienes, por unos cuantos centavos lo inducían a masturbarse en público, para deleite morboso de su improvisada audiencia.
"Juan Varado" exhibiendo su andrajosa vestimenta y con lamentos teatreros se dedicaba a pedir limosna; era un limosnero pertinaz que comenzaba solicitando para un almuerzo, argumentando que hacia tres días no probaba bocado y en su continuo regateo terminaba conformándose con que le regalaran un fósforo. Contaban los chismosos de entonces que, este hombre; con su original método de implorar la caridad, había amasado una considerable fortuna y decían haberlo visto en Girardot, elegantemente vestido, derrochando su plata en orgías y bacanales.
"Gregorito", el pequeño Gregorito, simpático y diminuto personaje, de facciones finas y atuendo paisa, a quien los comerciantes de la calle quince exhibían sentado sobre una caja de panela, con el fin de atraer clientela. Pero un día Gregorito; cansado de ser visto como un animal raro y convertido en el títere de los niños malcriados, decidió poner fin a su comedia arrojándose al paso del tren.
El doctor Forero Latorre "Doctor ladrillo" (nuestro Goyeneche criollo), candidato permanente en todas la campañas políticas, a quien los avivatos explotaban su locura, llevándolo al Club Miramar; allí, subido sobre una mesa lo instaban a "discursear" mientras ellos se lo "gotereaban" pidiéndole autógrafos, que luego convertían en vales para gozar de opíparas comidas y abundante bebida, que el "candidato del pueblo" terminaba pagando, (ahora es al reves). El doctor Latorre; en medio de su locura, con sus deshilvanadas peroratas decía una cuantas verdades y daba en el clavo de los problemas álgidos de entonces. Uno de sus programas bandera era la instalación de "muchachofonos" (muchachos rasoneros) para arreglar el deficiente servicio telefónico de entonces.
"Cholagogue" fue otro personaje célebre, que con su voz ronca de lotero viejo, siempre tenia a flor de labios un refrán; cada uno de ellos era como una sentencia salomónica extraída de la sabiduría popular, como aquella de: si sabe quel agua moja por qué no se arremangó, o esta otra: lo malo es que para ver a Dios hay que morir.
"Badana" también fue personaje popular en su tiempo, decían que descendía de muy buena familia, pero nadie se tomo el trabajo de comprobarlo, lo cierto es que: él, con su inseparable carretilla y su ojo tuerto tapado a lo pirata, arrastraba el bagaje de penas y locura que le había prodigado su destino, mientras los muchachos hacían burla de él por estas calles de San Bonifacio de Ibagué.
Y que decir de la "Guacharaca", anciana coquetona y bullangura, quien con su equipaje a cuestas, se dedicaba a hacer piropos insinuantes y groseros a los señores, a la vez que perseguía a las mujeres, endilgándole toda clase improperios y mostrando su sexo como un valioso trofeo. La avalancha de Armero casi la saca del escenario y muere dándole cantaleta a los ancianos en Honda.